domingo, 12 de abril de 2009

El faro de Chipiona



"El hombre propone y Dios dispone", este refrán resulta irrefutable cuando se trata de planes en los que el fenómeno meteorológico juega un papel importante. Análogo razonamiento es por el que esta Semana Santa he permanecido varios días amarrado en el puerto deportivo de Chipiona.



A los que nos gusta el mar, el enclave en el que se sitúa Chipiona tiene un encanto especial. Muchos son los alicientes que fortalecen esta sensación: el cercano Parque Nacional de Doñana y la desembocadura del Río Guadalquivir son ejemplos de envergadura que avalan lo anterior.

Navegar por sus aguas requiere el estudio meticuloso de la carta. El litoral encierra numerosos peligros que hay que conocer: corrales y arrecifes, las fuertes corrientes que se producen en las áreas de influencia de la desembocadura del Guadalquivir, el canal de acceso al río, las mareas, etc.


Los corrales en la bajamar

Es interesante visitar el naufragio del Weishorm, sito frente a la costa de Chipiona, junto al canal de acceso al Guadalquivir. Este mercante cargado de arroz esperaba en el fondeadero de Chipiona la hora adecuada para iniciar el ascenso del Guadalquivir hacia el puerto de Sevilla. Una fuerte tormenta provocó la rotura de su cadena. Garreó hasta que embarrancó en un bajo, partiéndose con el tiempo a la mitad.




Asimismo para el navegante Chipiona significa un cambio importante en el comportamiento del Atlántico, que siendo el mismo muestra características muy distintas. De Chipiona a Gibraltar claramente influenciado por los efectos del Estrecho, especialmente el conocido viento de Levante (E y SE) y sus fuertes corrientes. De Chipiona a Cabo San Vicente, más noble y previsible, con vientos predominantes de Poniente (W y SW).

El Faro es el edificio- monumento más interesante de Chipiona. Está situado en la Punta del Perro, lugar que divide la ciudad en dos partes.

Se describen a continuación las características más importantes de esta magnífica obra.


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"Faro de primer orden, es el más alto de España, tercero de Europa y quinto del mundo, mide 69 m sobre el terreno.

Hay vestigios de faros más antiguos: en la Antigüedad, el faro le prestó nombre a Chipiona. Esta obra maravillosa según Estrabón, que casi la parangonaba con el mítico Faro de Alejandría, fue ordenada construir en el año 140 a. C. por el procónsul Quinto Servilio Cepión a fin de evitar a los navegantes que pretendieran subir por el río los escollos de Salmedina: de ahí Turris Caepionis, y de Caepionis, Chipiona.

Un primer proyecto sobre la piedra de Salmedina fue ideado en 1857 por Eduardo Saavedra. El proyecto final, la obra actual, fue realizado en 1862 por el ingeniero Jaime Font: su primera piedra se colocó el 30 de abril de 1863, está construido por una torre ligeramente troncónica, recordando a las columnas conmemorativas romanas. Se construyó con sillería de arenisca y piedra ostionera.

Señala a los barcos la entrada del río Guadalquivir ya que es el único de España navegable. También es aprovechado como baliza por los aviones ya que es uno de los 20 faros aeromarítimos de España (su haz de luz alcanza la misma distancia en vertical que en horizontal).

En 1999 se cambió la lámpara existente por una halógena con alcance de ochenta millas y destellos cada diez segundos.

Su gestión es responsabilidad de la Autoridad Portuaria de Sevilla."


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