Como se comentó en el capítulo II, alcanzamos Assen el viernes a las 18.00 horas, un poco más tarde de lo previsto.
Situada en el norte de los Países Bajos, Assen es una bonita población de 65.000 habitantes conocida mundialmente porque en ella se celebra el gran premio de Holanda de motociclismo, ininterrumpidamente, desde el año 1.949.
Parque en el centro de Assen
La ciudad resulta atractiva al visitante por sus cuidadas y abundantes zonas verdes, por sus canales y también porque está constituida principalmente por casas y edificios de poca altura lo que contribuye a presentar la ciudad como un pequeño pueblo. Todo está muy limpio. En un parque cercano al centro de la ciudad se podían observar ciervos que posaban elegantemente ante las fotos de los curiosos. El tráfico en la ciudad, para nuestra sorpresa, era inexistente. A ello contribuía el que muchas personas circulaban en bicicleta.
El circuito de velocidad tiene su emplazamiento a las afueras de la ciudad, y en su perímetro se extiende una enorme zona de esparcimiento para los aficionados que llegan en gran número de toda Europa. Estos terrenos cubiertos en su totalidad por fina hierba, sirven de zona de acampada para los moteros. Muchos montan sus tiendas alrededor de enormes hogueras en donde se come y bebe durante todo el día; al fuego se preparan toneladas de salchichas, hamburguesas, costillas, pollos, etc. Algunos montan sus campamentos unos días antes de las carreras y allí esperan que lleguen los amigos con sus motos para participar del banquete. También existen bares repartidos por el prado. Entre otros acontecimientos se celebran conciertos de música. Por todas estas razones los aficionados no abandonan fácilmente este prado y pocos van a la ciudad, evitándose así accidentes de tráfico. Contribuye a su vez que a la salida del recinto, y en todas las carreteras que acceden a él, se practican rigurosos controles de alcoholemia. Nosotros soplamos en tres de ellos sin consecuencias.
Lugar de esparcimiento junto al circuito
Tampoco quisimos dejar de conocer el ambiente de la ciudad que, porqué no decirlo, disfruta de su día grande. El ambiente era tranquilo y relajado. En el centro existe una pequeña zona de bares en donde se concentran propios y extraños. Allí se pueden ver algunas atracciones de feria y exhibiciones: de trial, de coches todo-terreno, etc. También se montan multitud de establecimientos ambulantes de comida típica del país que desprenden un olor a col muy característico, además de hamburgueserías y salchicherías.
En ese coche iba yo
Pronto descubrimos una nutrida representación española, especialmente valencianos que acudían con sus tracas y petardos, y de otros puntos de España. Algunos llegaron en moto desde Valencia: ¡qué dolor de culo!.
Por la noche "sufrí" una anécdota "interesante". Al entrar en un bar a tomar una cerveza, una chica alta y rubia me asaltó, para mi sorpresa me dio un beso en la boca, que duró bastante..., al terminar me di cuenta que había introducido un hielo en mi boca, la aparté tranquilamente y continué impertérrito mi camino hacia la barra. Justo antes de entrar en el bar acababa de engullir una hamburguesa con cebolla y poco antes un chorizo picante, por lo que honestamente considero que no estaba en aquel momento habilitado para esos menesteres. Mi hermano que iba justo detrás de mí y que presenció lo ocurrido, al ver que no le correspondían con otro hielo, salió del establecimiento y después entro de nuevo por si había suerte, así varias veces.
Más o menos así veíamos al final de la noche
Terminamos tarde y estábamos agotados así que nos fuimos a dormir a la autocaravana, estacionada a pocos metros del lugar de "marcha". Poco dormimos aquella noche porque los más trasnochadores al pasar junto a la caravana la movían o le daban una palmetada en los laterales entre grandes carcajadas.
Aquella noche decidimos que no asistiríamos a las carreras que, a diferencia del resto de países, se celebraban en sábado. Los valencianos nos informaron que para sacar la entrada había que esperar una gran cola y que había gente apostada junto a las taquillas desde las cinco de la mañana. Cómo se daba las circunstancia que en aquellos días en Alemania se celebraba el mundial de fútbol y que Assen está próxima a la frontera alemana, decidimos que continuaríamos nuestra camino de regreso por tierras germanas.
Situada en el norte de los Países Bajos, Assen es una bonita población de 65.000 habitantes conocida mundialmente porque en ella se celebra el gran premio de Holanda de motociclismo, ininterrumpidamente, desde el año 1.949.
Parque en el centro de Assen
La ciudad resulta atractiva al visitante por sus cuidadas y abundantes zonas verdes, por sus canales y también porque está constituida principalmente por casas y edificios de poca altura lo que contribuye a presentar la ciudad como un pequeño pueblo. Todo está muy limpio. En un parque cercano al centro de la ciudad se podían observar ciervos que posaban elegantemente ante las fotos de los curiosos. El tráfico en la ciudad, para nuestra sorpresa, era inexistente. A ello contribuía el que muchas personas circulaban en bicicleta.
El circuito de velocidad tiene su emplazamiento a las afueras de la ciudad, y en su perímetro se extiende una enorme zona de esparcimiento para los aficionados que llegan en gran número de toda Europa. Estos terrenos cubiertos en su totalidad por fina hierba, sirven de zona de acampada para los moteros. Muchos montan sus tiendas alrededor de enormes hogueras en donde se come y bebe durante todo el día; al fuego se preparan toneladas de salchichas, hamburguesas, costillas, pollos, etc. Algunos montan sus campamentos unos días antes de las carreras y allí esperan que lleguen los amigos con sus motos para participar del banquete. También existen bares repartidos por el prado. Entre otros acontecimientos se celebran conciertos de música. Por todas estas razones los aficionados no abandonan fácilmente este prado y pocos van a la ciudad, evitándose así accidentes de tráfico. Contribuye a su vez que a la salida del recinto, y en todas las carreteras que acceden a él, se practican rigurosos controles de alcoholemia. Nosotros soplamos en tres de ellos sin consecuencias.
Lugar de esparcimiento junto al circuito
Tampoco quisimos dejar de conocer el ambiente de la ciudad que, porqué no decirlo, disfruta de su día grande. El ambiente era tranquilo y relajado. En el centro existe una pequeña zona de bares en donde se concentran propios y extraños. Allí se pueden ver algunas atracciones de feria y exhibiciones: de trial, de coches todo-terreno, etc. También se montan multitud de establecimientos ambulantes de comida típica del país que desprenden un olor a col muy característico, además de hamburgueserías y salchicherías.
En ese coche iba yo
Pronto descubrimos una nutrida representación española, especialmente valencianos que acudían con sus tracas y petardos, y de otros puntos de España. Algunos llegaron en moto desde Valencia: ¡qué dolor de culo!.
Por la noche "sufrí" una anécdota "interesante". Al entrar en un bar a tomar una cerveza, una chica alta y rubia me asaltó, para mi sorpresa me dio un beso en la boca, que duró bastante..., al terminar me di cuenta que había introducido un hielo en mi boca, la aparté tranquilamente y continué impertérrito mi camino hacia la barra. Justo antes de entrar en el bar acababa de engullir una hamburguesa con cebolla y poco antes un chorizo picante, por lo que honestamente considero que no estaba en aquel momento habilitado para esos menesteres. Mi hermano que iba justo detrás de mí y que presenció lo ocurrido, al ver que no le correspondían con otro hielo, salió del establecimiento y después entro de nuevo por si había suerte, así varias veces.
Más o menos así veíamos al final de la noche
Terminamos tarde y estábamos agotados así que nos fuimos a dormir a la autocaravana, estacionada a pocos metros del lugar de "marcha". Poco dormimos aquella noche porque los más trasnochadores al pasar junto a la caravana la movían o le daban una palmetada en los laterales entre grandes carcajadas.
Aquella noche decidimos que no asistiríamos a las carreras que, a diferencia del resto de países, se celebraban en sábado. Los valencianos nos informaron que para sacar la entrada había que esperar una gran cola y que había gente apostada junto a las taquillas desde las cinco de la mañana. Cómo se daba las circunstancia que en aquellos días en Alemania se celebraba el mundial de fútbol y que Assen está próxima a la frontera alemana, decidimos que continuaríamos nuestra camino de regreso por tierras germanas.
Continuará...
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