En mi casa siempre existió una gran afición por el mundo de las motos. Mi padre estaba suscrito a Motociclismo y mis hermanos y yo devorábamos las revistas que llegaban todas las semanas. En sus releídas páginas, que aún conservo, asistí a la hecatombe de las grandes marcas españolas y a la reconversión de la industria nacional que ahora 30 años después vuelve a desmoronarse. De aquel tiempo recuerdo que las motos de carretera de gran cilindrada llegaban, fundamentalmente, de Italia: Ducati, Moto Guzzi, Laverda, Benelli, etc., y de Alemania: BMW. . Por entonces los japoneses iniciaban el aterrizaje en España. A la hora de soñar yo me decantaba por la calidad y sobriedad de las BMW boxer de la época: R-100, R-80, R-65 y R-45. Mis hermanos añoraban las Benelli Sei y las Guzzi Le Mans.
A día de hoy, y han pasado 30 años, podemos observar como de las marcas y modelos mencionados, sólo las motocicletas bávaras continúan en nuestras calles y carreteras como si nada. El resto, salvo contadas excepciones que se pueden catalogar como piezas de coleccionistas, han desaparecido del panorama motociclista nacional. Sin duda esto demuestra la excepcional calidad de las BMW de entonces.
En los primeros años de 1.980, BMW presentó un modelo que rompió con todos los esquemas de la marca: la BMW K-100. Una moto bien diseñada y mejor fabricada que marcó una época sobre todo entre los grandes ruteros. Años más tarde se construyó la K-75. Una superventas que estuvo en catálogo hasta los primeros años de los 90.
Tuvieron que pasar 20 años de su fabricación para que pudiera adquirir una BMW K-75S. Es increíble pero a pesar de sus 20 años, se pueda usar a diario con total tranquilidad por su contrastada fiabilidad y parco mantenimiento, similar al de un coche.
En parado puede resultar algo pesada, esta sensación desaparece una vez iniciamos la marcha. El motor es excepcional por su suavidad y progresividad, parece eléctrico pero a mi parecer se echa en falta una sexta marcha. La posición del conductor es aceptable y permite enfrentarse a largos viajes en buenas condiciones. La posición del pasajero es aún mejor, enorme asiento con muy buenos reposapiés y asideros laterales. Como es normal en BMW dispone de herrajes y maletas para cargar el equipaje del más exigente viajero.
Sorprende que pese a los años funcione todo y bien. También los detalles de terminación y acabado que hoy no se encuentran: pata lateral que se recoge al accionar el embrague, asidero retráctil para elevar la moto sobre el caballete, etc.
Tampoco hay que olvidar los aspectos negativos, o al menos las carencias de estos modelos frente a las motos actuales. La K-75 es una magnífica tragamillas, en autovías, autopistas o carreteras no muy reviradas. En carretera de montaña es harina de otro costal y ahí se notan los años. También en los frenos que catalogaría de suficientes.
En fin estamos, creo, ante una gran moto que todavía se puede ver en nuestras calles con bastante normalidad, y que para los nostálgicos considero altamente recomendable.
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