miércoles, 10 de diciembre de 2008

Viaje a Portugal 2.007. Capítulo II

DOMINGO 1 DE JULIO.

Antes de partir rumbo a Ayamonte repostamos gasóleo, y grande fue mi sorpresa cuando sólo entraron 12 litros ¿cómo era posible? ( de repuesto rellenamos dos petacas de 25 litros y una de 5 litros).

Entre Isla Cristina y Ayamonte, existen bajos que se adentran mucho en el mar, es importante dejar un resguardo de seguridad. El río Guadiana está balizado, por lo que no encontramos problemas en alcanzar el puerto deportivo de Ayamonte. El puerto es pequeño y presta pocos servicios pero nos gustó porque está dentro del pueblo y resulta acogedor, además se vive un ambiente muy marinero porque aquí hacen escala barcos de todos los países. Arreglamos los papeles, dejamos el “Panchito” en su pantalán, y comenzamos la subida del Guadiana a bordo del “Padilla”. El consumo poco responsable de botellines de cerveza amenaza con dejarnos sin existencias antes de llegar a nuestro destino.


Ayamonte (hacer click para agrandar las fotos)


Como en todos los ríos, para que el ascenso sea satisfactorio hay que aprovechar la subida de la marea, lo recomendable es partir una hora o dos después de la bajamar. La corriente nos regalaba dos nudos de velocidad por lo que leíamos en el GPS 7 nudos de media. ¡Ojo! A los bajos que hay entre Ayamonte y el puente “colgante”, en toda la zona de poniente. Una vez superado el puente, el río tiene un calado de unos 8 metros en todo su cauce , se puede decir que el río es perfectamente navegable de orilla a orilla.


Puente colgante sobre el Guadiana


Vigilancia del río

Vale la pena subir el río Guadiana hasta Sanlúcar de Guadiana (lado español) o Alcoutin (lado portugués) en donde existen pantalanes para tomar tierra. Desde el principio, encontramos en todos los márgenes del río barcos fondeados, la mayor parte de ellos de pabellón extranjero, preferentemente británicos y alemanes. El ascenso debe tener unas 20 millas y se hace en unas 3 horas y media. En Alcoutin conocimos a unos holandeses que llevaban viviendo allí tres años en su barco, estaban esperando el viento que los llevara a otra parte del mundo (querían ir a Argentina) pero todavía nos le había llegado, y allí estaban bebiendo cerveza.

Nuestro viento nos llevó de regreso a Ayamonte, la confianza nos hizo pinchar pasado el puente, en el centro del río, (como se comentó anteriormente hay que pegarse al margen de Ayamonte) pero sin consecuencias. Aunque Josema iba a la caña es de justicia decir en su defensa que el patrón estaba roncando tranquilamente en el interior del barco.


Sanlúcar de Guadiana desde Alcoutin


Vista general del Guadiana

Una vez atracados, ducha y buena cena (incluidos huevos fritos con patatas), copita a bordo y a descansar.

LUNES 2 DE JULIO.

Hay un dicho que dice “A quien madruga Dios ayuda”. Este no fue nuestro caso, nos levantamos tarde y un poco resacosos. Partimos con rumbo a la isla de Culatra a las 13.00 HRB. Tal y como estaba previsto en el parte meteorológico, sobre las 14.00 HRB comenzó a soplar W. hasta alcanzar F5 y marejada. En estas condiciones resultaba imposible alcanzar el cabo de Santa María. Decidimos refugiarnos en la Isla de Tavira.

He de decir que el Puma 26 se comportó francamente bien. Como saben los propietarios de este magnífico barco, en el paso por ola no da pantocazos. Aún así de tanto golpetazo saltaron algunos tornillos del depósito de agua y se inundó parcialmente la conejera (en donde yo duermo). Rociones tuvimos bastantes. Llegamos a Tavira muertos de frío y chorreando. Al alcanzar el fondeadero de Tavira nos sorprendió ver el gran número de veleros allí fondeados, muchos al igual que nosotros acababan de llegar para refugiarse del mal tiempo, junto a nosotros entró un precioso 50 piés de bandera británica.


Fondeados frente a la isla de Tavira

El “Panchito” tiene un fondeo bastante apañado por lo que no me preocupó en exceso pasar la noche allí (las condiciones de Tavira son muy parecidas a las del caño de Sancti Petri en donde he fondeado en otras ocasiones), pero nuestro amigo tenía un ancla de la Srta. Pepis y unos tres metros de cadena, así que se marcaba unos garreos de campeonato. Esta situación nos transmitía mucha intranquilidad y no nos atrevimos a abandonar los barcos. Permanecimos allí toda la tarde tomando unas cervezas y descansando. Como el cambio de marea era sobre las 24.00 h y el “Padilla” llevaba horas sin garrear decidimos coger un taxi-barco (no teníamos chinchorro) y bajar a la isla a cenar. La isla en sí no es gran cosa pero tiene su atractivo, se trata básicamente de una lengua de tierra blanca, densamente poblada de pinos. En su interior encontramos un camping y varias construcciones dedicadas a la restauración. Una chica propietaria de uno de los bares, llamó nuestra atención señalando una dorada de 4 Kg recién pescada. No nos resistimos y nos dimos un festín, amenizado con vino del país. La amabilidad y buen servicio de los camareros nos dejó gratamente sorprendidos.

A las 24.00 h nos esperaba la barca para dirigirnos a nuestros respectivos barcos. El barco de nuestro amigo había garreado unos 50 metros y se aproximaba peligrosamente a un velero alemán. Por no herir sensibilidades evitaré traducir los insultos que nos brindó su propietario. Finalmente José Antonio tomó la determinación de hacerse firme a un muerto que se encontraba libre en ese momento. Sobre la medianoche se produjo el cambio de marea y el consiguiente borneo.

El viento arreciaba (F5) y por seguridad nos quedamos a la expectativa hasta las 3.00 h, tumbados sobre los asientos de la bañera observando las estrellas que se mostraban nítidamente. Un espectáculo grandioso.

Las tres horas siguientes las pasamos alerta pero en el interior del barco. Bueno no exactamente. Yo permanecí alerta en el interior y Josema, temeroso, no se quiso mover de la bañera. Al día siguiente le escuché decir que mis ronquidos se escucharon fuera claramente durante toda la noche, esto último no lo ha podido demostrar y yo no lo creo porque no ronco...

No funcionaba la luz de fondeo del “Panchito”, así que procedimos a fijar dos linternas de leds en ambos obenques para ser vistos. El tráfico de barcos pesqueros fue intenso durante toda la noche.


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