sábado, 1 de noviembre de 2008

"La cucaña" y otros recuerdos

Viernes 24 de octubre de 2.008


Los paseos continuaron por el río Guadalquivir. La barca de 3.50 m fue sustituida por una más grande de 5,0 m para que pudieramos subir todos los miembros de la familia.

La santividad de San Joaquín y Santa Ana se celebra con gran entusiasmo en el barrio sevillano de Triana. Como barrio ribereño que siempre ha vivido de cara al río, conservaba una de las atracciones más entrañables,"la cucaña", básicamente consistía en una barcaza, tipo arenero, que fondeaba en el centro del río, en la proa se emplazaba una barra metálica de aproximadamente cinco metros de longitud, convenientemente engrasada resultaba un entretenimiento inigualable para los más jóvenes y menos jóvenes, pocos llegaban a la punta y los resbalones y las caídas al río eran espectaculares.


El muelle del club terminaba en un pequeño astillero, que era una de las zonas con mayor sabor marinero del club. Los barcos se sacaban del agua mediante un carro que se deslizaba sobre unos raíles que se sumergían en el agua anclados a una rampa que necesitaba de un arreglo urgente. Esta marina seca era un poco cutre y en ella terminaban los barcos más chatarrosos del club, muchos en fase terminal. Por aquella época todavía existían muchos barcos de madera. Una motora de madera de líneas de gran belleza y de aproximadamente 30 pies de eslora, terminó sus días junto a la rampa, embarrancada en la orilla. En los siguientes años pude presenciar su deterioro continuo e inexorable, resultado de la acción implacable del sol y de la falta de mantenimiento, hasta quedar en las cuadernas, como si de un animal muerto se tratara y que tras acción de los gusanos sólo conservara el esqueleto.
Cerca del barco moribundo, se encontraba un velero de unos 24 pies, en perfecto estado de coservación, construido en madera en su totalidad, de color blanco y de nombre "Punta Candor". Pese a su reducida eslora, este era mi favorito y merodeaba a menudo junto a él.

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